lunes, 14 de julio de 2008

La bestia eterna de la mentira


Mírala, agazapada entre las pircas y los muros, mimetizada, se escabullirá cómplice en los labios de cualquier hipócrita que transite su camino; su camino sin regreso. Oye sus pasos audaces y ligeros; nota como se relame con vulgar excitación tras las torpes huellas de su presa; el dolor y la traición son la más dulce fruta que su cobarde lengua ha probado desde que existe la luz, y es que el árbol de la verdad no está hecho para bichos tan pequeños y estúpidos, por mucho que salten o pataleen. No tardará mucho en huir, pero tan pronto como la veas marcharse, despavorida, hacia el oscuro túnel del olvido; reaparecerá. Te acechará furtiva por la espalda, empuñando la afilada guadaña de la falsedad; sonreirá hirviendo al sopor del morbo, con singular aberración. Una y otra vez.
¿No la ves?, ¿será, entonces, que enloquecí más de la cuenta?, ¿o es que me he vuelto demasiado cuerdo últimamente?: Nada de eso, creo yo. Intuyo que no estás prestando atención, que ni siquiera te esforzás por fijar tu mirada; y dejame decirte, sin ánimos de herir tu extraña sensibilidad, que no hay peor ciego que el que no quiere ver –tal como reza un viejo proverbio-. Creeme, también, que no podrás reconocer con facilidad la impureza de la mentira si no te acercás, antes, a la gloria de la verdad; porque desde allí todo es claro y certero.
Yo sí puedo verla: Andando por las calles, entre la gente y sus rostros, en las vidrieras de moda, en la sonrisa de aquella nocturna comerciante de esquina, en los besos de esos desconocidos que juegan sobre el banco de una plaza cualquiera. Siempre está atenta a la menor oportunidad, siempre se sabe dispuesta a hacer daño; se disfraza de libertad y te encadena, pinta tu angustia de una amarga alegría; le recorta las alas a tu alma, jamás podrás volar mientras uses el fácil atajo de la mentira...
La oigo retumbar en el discurso especulado del vendedor de milagros, que se borra sigiloso una vez que los votos ya cayeron en la urna. La observo latir, en los ojos incoloros de ese galancito de cotillón, que baja con burda elegancia de su nuevo coche, memorizándose dos o tres poemas ajenos, para alimentar esta noche su caballerosidad de ficción. Observá a aquella rubia, la chica de oro, la mujer (¿mujer?) de los mil caprichos y la neurona solitaria; hoy vino a cambiar cualquier historia dibujada por una noche de placer sobre actuado y corazones huecos, ¡huecos, qué ironía!. La encuentro en el diario del lunes, en la diosa TV, en el cine; en todo lo que nos vende la gallina del norte, con sus bastones y sus estrellas, enseñando al mundo a mentir...
Puedo sentirlo; ella flota impasible, babélica, fuera del tiempo...Porque, cuenta la historia, que nació mucho antes que la vida misma, junto al eco interminable del silencio. He ahí que a veces, para mentir, ni nos hace falta pronunciar palabra alguna, y la mentira más terrible es aquella que se dice sin decir.


3 comentarios:

eva dijo...

holaa!!
como estas??
espero que bien

felicitaciones por el blog!!!
es todo un logro ¬¬

no pero en serio esta bueno

me encantan las cosas que publicas,
son un poco largas pero bueno...es lo que hay

che me voy antes de que cuelgue, aunque ya lo hice pero bueno :P

chau
nos vemos po ahi
suerte en todo

yo-->eva<--

eva dijo...

ya que estamos..

priii ¬¬

naa mentira

jeje

esaputaverdad dijo...

Es realmente hermoso lo que escríbiste. Voy a reconocer mi ignorancia a varias de tus palabras, pero tan bien colocadas cada una, que el contexto me llevó a entender claramente. Es genial, te felicito. Un beso !